Servicio Social
El programa de Servicio Social de la AIP se inauguró en enero de 2001 con dos campamentos.
Muchas dificultades se han resuelto en estos años, muchos ríos se han cruzado – literalmente; se han construido salones de clase y comedores, se han acondicionado huertos escolares, renovado techos, pintado escuelas, construido letrinas, completado giras de salud, organizado campamentos de refuerzo académico. Todos estos logros de gran magnitud se completan en apenas tres semanas, que es el tiempo que tenemos disponible.
Sin embargo, hay un hecho que se destaca por encima del resto y es que el Servicio Social es una avenida de dos vías y también cambia en gran medida la vida de nuestros alumnos. Son nuestros estudiantes, en conjunto con sus profesores y todos los que de una forma u otra participan de la organización y preparación previa, quienes van haciendo el bien en las comunidades rurales que visitan. Su huella es palpable por toda la región, pero el impacto en la percepción de nuestros estudiantes es igual o mayor.
Los estudiantes de 10mo. grado participan en una de las actividades más importantes de su vida escolar. Por tres semanas, luego de intensa preparación, viajan a campamentos en el interior de la República y junto a sus chaperones trabajan arduamente por los más necesitados de nuestro país. Esta actividad es de carácter obligatorio.
Cada año, al clausurar los campamentos, recibimos testimonios de jóvenes, de sus padres y también de los miembros de las comunidades que visitamos sobre lo edificante de la experiencia. Nos impactan, claro que sí, pero más aún nos impresionan los comentarios que recibimos de nuestros exalumnos quienes después de diez o quince años aún tienen muy claro que su responsabilidad para con Panamá es grande y permanece vigente. Esa es precisamente la meta del programa: entregar al país ciudadanos conscientes de que tienen el deber de compartir lo que la vida ha puesto en su camino con quienes tienen menos oportunidades que ellos.
En la Academia nos esforzamos por cumplir con nuestro rol, que no es otro que educar a quienes algún día serán los líderes de Panamá para que cumplan su función a carta cabal. Estamos orgullosos de las obras que han quedado como testimonio de nuestro esfuerzo, pero nuestra mayor satisfacción consiste en confirmar aquellas palabras que escuchamos en aquel primer campamento “estamos construyendo personas”.